el exceso de tiempo frente a las pantallas puede tener impactos negativos en el desarrollo físico, mental y emocional de los niños, tales como: problemas como la obesidad, trastornos del sueño, entre otros.
En la era digital en la que vivimos, el uso de pantallas se ha vuelto omnipresente en la vida de los niños y niñas. Con el reciente regreso a clases, es fundamental abordar la importancia de regular este uso no sólo en el colegio, sino también en el hogar. Si bien es cierto que muchas instituciones educativas han implementado restricciones en el tiempo y/o en el ingreso o "uso 0 de pantalla" en el establecimiento, estas medidas resultan insuficientes si no se complementan con una regulación adecuada en casa de parte de los cuidadores principales.
Tal como hemos visto en notas anteriores, el exceso de tiempo frente a las pantallas puede tener impactos negativos en el desarrollo físico, mental y emocional de los niños, tales como: problemas como la obesidad, trastornos del sueño, dificultades de concentración, falta de empatía, dificultad en la función ejecutiva y adicción a la tecnología, que son sólo algunas de las consecuencias que pueden surgir cuando no se establecen límites claros, de parte de los cuidadores responsables, en el uso de dispositivos electrónicos, sean celulares, Tablet, Tv, etc. (Tartakowsky, et al, 2023).
Por ello, es responsabilidad de los padres, madres y cuidadores, velar por un equilibrio saludable entre las actividades en pantalla y fuera de ella. Establecer horarios definidos para el uso de dispositivos, fomentar la práctica de actividades al aire libre, promover la lectura y el juego, son estrategias fundamentales para garantizar un desarrollo integral en los niños, niñas y adolescentes. Es también necesario, para lograr lo anterior, que los espacios organizacionales posibiliten la conciliación familia-trabajo, para que esto pueda llevarse a cabo de manera real. Y por supuesto, partir desde el propio ejemplo adulto, que no está conectado a su celular 24/7.
Además, es importante involucrarse activamente en las actividades digitales de los niños, niñas y adolescentes, supervisando el contenido al que acceden, participando en juegos interactivos, conversando abiertamente con quién se conectan y los riesgos de "hablar" con desconocidos. Así, promover un uso consciente y educativo de la tecnología. El diálogo fluido, permanente, sin temores (mejor siempre saber antes, para prevenir, que enterarse cuando haya riesgos mayores) y el establecimiento de normas claras para cumplir en casa en este nuevo año escolar, serán clave para inculcar hábitos saludables desde temprana edad.
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En conclusión, si bien las restricciones en el colegio son un primer paso importante, regular el uso de pantallas en el hogar, sea cual sea su configuración y concordando la forma con todos los adultos que están a cargo del niño, niña o adolescente, es fundamental para garantizar un crecimiento sano y equilibrado en los niños y niñas. La colaboración entre la escuela y la familia resulta esencial para crear un entorno propicio para un desarrollo óptimo. Sólo juntos es posible construir una relación saludable con la tecnología y promover un estilo de vida activo, colaborativo y creativo para las generaciones futuras.
¡Por una infancia y adolescencia más saludable!
